Miedo, agitación, pánico, incredulidad, confusión, parálisis, todo a la vez. “No supe qué hacer, qué decir, qué pensar.” “Sentí que todo se estaba desmoronando.” “Esto no me puede estar pasando.”
Muchas personas me buscan al experimentar estos sentimientos. Se estima que entre el 10% y el 17 % de las personas que buscan ayuda psicológica están experimentando un proceso de duelo.
En diversos momentos de nuestra vida se presentan múltiples tipos de pérdidas, como el fallecimiento de un ser querido, un divorcio, la pérdida de capacidades físicas o mentales, el diagnóstico de una enfermedad grave, la pérdida de la vivienda, la pérdida de empleo o una pérdida económica.
Todo cambio implica una pérdida, del mismo modo que cualquier pérdida es imposible sin el cambio. La vida está sembrada de pequeñas y grandes pérdidas significativas, y cada pérdida significativa va a provocar un proceso de adaptación, lo que llamamos proceso de duelo.
El ingrediente de toda pérdida es el dolor, siempre digo que el proceso de duelo se asemeja al paso por un túnel, el único modo de salir de él es atravesarlo, quien evita y resiste entrar en el túnel pospone y prolonga este dolor. Solo quien lo atraviesa aprende a vivir de nuevo y llegará a un lugar diferente de donde empezó. Al aprender de la pérdida, reconstruimos el propio mundo de significados, el duelo significa reconstrucción. Es un proceso que exige mucha resiliencia.
En vez de intentar recuperar lo vivido, aceptamos lo irreversible y cosechamos el fruto de la pérdida. Cuanto más resistentes seamos, mayor será el sufrimiento.
DOLOR X RESISTENCIA = MAYOR SUFRIMIENTO
Cada persona vive su dolor de forma única, por lo que es normal ir dando pasos hacia atrás y hacia adelante a lo largo del camino, durante este proceso pasamos por 5 etapas que las trabajamos en terapia: la negación, la ira, la negación, la depresión y la aceptación.
Considero el duelo como un proceso de reconstrucción, el camino que nos permite adaptarnos a la pérdida, camino lleno de lágrimas que tardaremos un tiempo en recorrerlo, pero a medida que avancemos el dolor se va haciendo más soportable y llevadero. Afrontar el duelo también deja huellas positivas en nosotros, cambia el sentido que le damos a la vida, nuestras prioridades, la forma en que nos relacionamos.
En el caso de la pérdida de alguien, atravesamos el túnel cuando el amor es más fuerte que el dolor.
Vivir con un duelo no resuelto puede ocasionarnos problemas serios de los que nos va a ser más difícil salir, la elaboración no depende del paso del tiempo, sino del trabajo que se realice y, por esta razón, buscar ayuda profesional es fundamental. Si estás viviendo alguna pérdida puedo ayudarte en este proceso.